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Internacional La insurrección general en IRAQ amenaza los planes de Bush Rogelio Cedeño Castro* 
“La no violencia puede ser una táctica efectiva, pero también puede serlo la violencia. Sólo la hipocresía liberal lo niega. Para Irak, es la única táctica posible. Y la resistencia armada en Irak –a pesar de sus métodos e ideologías- hace más por detener el tren fuera de control que es el capitalismo global que cualquier otra cosa en el mundo en este momento… No podemos imaginar la pura alegría del redescubrimiento que siente toda la región ahora mismo cuando ven a esos combatientes devolviendo el
golpe a la fuente de su prolongada humillación: el imperialismo, y por extrapolación al perro de presa local del imperialismo: el sionismo”. Goff, Stan. Irak: El puente indispensable GRITO DE CÓLERA, www.rebelion.org 16 de abril de 2004.I Un año después de la caída de Bagdad, en manos de las fuerzas militares estadounidenses, la situación política, económica, social y militar se muestra, cada vez más confusa y difícil, para los nuevos ocupantes imperiales. Así, mientras un procónsul anglosajón, llamado Paul Bremer aparece como el gran árbitro y dueño de los destinos de los 25 millones de iraquíes, nos encontramos también, con que los combatientes de una resistencia tenaz y valerosa comienzan a escribir, con sangre y sufrimientos incontables, una de las páginas más heroicas de la historia contemporánea. ¿No era acaso que la historia ya había llegado a su final, según el decir de un intelectual postmoderno, “americano” y con nombre japonés, cuya residencia parece ubicarse aún en una de las riberas del río Potomac? Hoy podemos afirmar que los crímenes y despojos inflingidos al pueblo y a la nación de Iraq no quedarán impunes, si nos atenemos a lo acontecido durante el último año. Los ocupantes en su violencia y brutalidad han pretendido incluso la destrucción de Iraq, en términos simbólicos, si nos atenemos a los saqueos del patrimonio y la cultura milenarias de la Mesopotamia, llevadas a cabo con la complicidad de los ocupantes, desde el 9 de abril de 2003, cuando todos los ministerios -excepto el de petróleo y el del interior- y museos fueron víctimas del bandidaje y la quema de sus archivos. Es por ello que cuando “la guerra de George Bush” terminó, el 1° de mayo anterior, con su anuncio del fin de las hostilidades, apenas estaba empezando la guerra del pueblo de Iraq contra los invasores. II En vísperas del primer aniversario de la ocupación de Bagdad, con su show mediático montado por las fuerzas estadounidenses expresado, sobre todo, en el derribo de la estatua de Saddam Hussein, que ellos mismos llevaron a cabo en aquella oportunidad, cuando quisieron mostrarse como liberadores del pueblo iraquí, el procónsul Bremer nos ha demostrado, de qué manera consiguió superar el record de los colonialistas británicos, alcanzado en la década de 1920, cuando en tres años lograron unir a los chiítas y sunitas en su contra. En este caso ha bastado un año para que esa unidad contra el nuevo ocupante colonial se convierta en una realidad y la piedra de toque fue el momento en que Paul Bremer se arrogó el derecho de ordenar el cierre del semanario Al-Hawza Al-Natiqa, que responde a las orientaciones del clérigo chiíta el Ayatollah Moqtda Al-Sadr, cercenando así la tan cacareada y occidental libertad de expresión. Este hecho, unido al arresto de Moustafá Al-Yaakoubi, colaborador cercano de Al Sadr, y a la represión sangrienta de una manifestación llevada a cabo en Bagdad y otra en Najaf, con decenas de muertos, el 4 de abril, fue la señal para el levantamiento de las milicias chiítas del Ejército del Mehdi que responden al Ayatollah Al Sadr, en muchas ciudades, las cuales se han unido a los combatientes sunnitas y nacionalistas de la resistencia que vienen enfrentándose a los ocupantes desde el verano anterior. Durante la semana del 4 al 11 de abril se combatió de norte a sur y de este a oeste del territorio iraquí, poniendo a las fuerzas ocupantes de la “coalición” en una situación bastante difícil y angustiosa, si bien la mayoría de las víctimas corresponden a los iraquíes. III La ejecución de cuatro “contratistas” o mercenarios estadounidenses, realizada por combatientes de la resistencia en la ciudad sunnita de Falujah, situada al oeste de Bagdad, motivó la ira de los ocupantes, quienes decidieron castigar a la ciudad rebelde, símbolo de la resistencia al invasor desde que, a finales de abril del año anterior, las fuerzas estadounidenses reprimieron una manifestación, con el saldo de más de 15 muertos, cuando demandaban la devolución de un edificio escolar. Es así como, desde el 4 de abril Falujah ha estado cercada por las fuerzas militares estadounidenses, que con su amplia superioridad técnica en el plano militar, no han podido sofocar las acciones de los fedayines o combatientes de la resistencia, quienes han demostrado una gran capacidad táctica y una determinación increíble frente a la desproporción de fuerzas. La población de esta ciudad mártir ya ha pagado un alto precio y alrededor de 600 personas han perdido la vida, principalmente mujeres, ancianos y niños. La ejecución de los llamados contratistas vino a poner en evidencia que los Estados Unidos han acudido a la contratación de miles de mercenarios, la mayoría de ellos con pésimos antecedentes en lo que se refiere a la violación de los derechos de humanos. Estos guardianes de las empresas robadas a los iraquíes o de los campos de concentración, se han convertido en un blanco legítimo de las fuerzas de la resistencia. IV El saqueo de las empresas iraquíes, a partir de su completa desnacionalización, pone en evidencia las verdaderas intenciones neocoloniales de los Estados Unidos pues las armas de destrucción masiva nunca fueron encontradas, ni pudieron demostrarse vinculaciones entre Al Qaeda y el régimen bazzista de Saddam Hussein, un viejo recluta de la nómina de la Agencia Central de Inteligencia (CIA). Acabar con el estado iraquí estuvo entre las intenciones jamás ocultadas de los iniciadores de esta guerra de conquista y recolonización, todo ello con el propósito de enviar un mensaje al Irán chiíta de los ayatollahs, a Siria y a Líbano acerca de cuál podría ser su suerte. Ello además con el claro propósito de debilitar la resistencia del pueblo palestino y permitirle a Israel llevar a cabo el genocidio que, desde hace varias décadas, viene ejecutando, contra los palestinos de Cisjordania y la Franja de Gaza. El petróleo también estuvo en el juego de intereses sobre todo por la desconfianza que hay entre los círculos neoconservadores de Washington hacia la monarquía saudita, después de los atentados del 11 de septiembre de 2001. De ahí su obsesión por controlar las reservas petroleras de un país que ya había soportado otra guerra de agresión (enero y febrero de 1991), que causó cerca de 100 mil víctimas entre los iraquíes y luego un embargo de más diez años, que puede haber ocasionado la muerte de un millón de personas. El medio millón de niños iraquíes víctimas del embargo hizo decir a Madeleine Allbright, secretaria de estado durante la administración del presidente estadounidense Bill Clinton, que si ese era el precio que había que pagar para lograr sus objetivos políticos estaba dispuesta a asumirlo. La analista canadiense Naomi Klein llama la atención acerca de las verdaderas intenciones de la administración Bush y sus procónsules cuando provocan a los chiítas escalando así el conflicto armado ¿Será acaso que la Casa Blanca ya desistió de la fecha del 30 de junio, en que se entregaría el control gubernamental a su incondicional grupo de serviles “iraquíes”, conservando siempre sus bases militares y el control de las riquezas petroleras de Iraq? El anuncio hecho por el presidente del nuevo gobierno español, José Luis Rodríguez Zapatero, de retirar los 1300 integrantes del contingente militar de España, enviados por el gobierno saliente de José María Aznar, constituye una esperanza y demuestra que la solidaridad internacional en la lucha contra el colonialismo sí tiene sentido. V En vez de lanzarse a la reconstrucción de Iraq se han dedicado por entero, a la ejecución de un más que dudoso rediseño político, apoyándose en un grupo gobernante que carece del menor respaldo y reconocimiento entre los iraquíes e imponiendo una constitución, en cuya elaboración no se tuvo en cuenta a la gran mayoría de la población. Mientras tanto, el país sigue careciendo de los servicios más elementales, al mismo tiempo que el desempleo cunde en perjuicio de los habitantes del país, lo que contrasta vivamente con la situación privilegiada de los contratistas extranjeros, traídos por los ocupantes para consumar el despojo de las riquezas y la cultura de un pueblo culto y orgulloso. Las razones para resistir al invasor son más que un imperativo de supervivencia, lo que nos motiva a terminar diciendo, al igual que Stan Goff, un viejo soldado estadounidense: ¡Falujah vive¡ y con ella la esperanza y el futuro de la nación iraquí. * Profesor de la Escuela de Sociología de la Universidad Nacional. |
 
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