Déficit fiscal requiere acción inmediata
El ajuste fiscal que necesita Costa Rica conlleva sin duda una reforma tributaria; mejorar recaudación es necesaria pero no suficiente.Francisco Sancho y Fernando Rodríguez
Economistas
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El menú de problemas es amplio; sobresalen entre otros, la necesidad de la reactivación económica y generación de empleo de calidad, neutralizar la creciente desigualdad social y la pobreza, y por supuesto atender los problemas que se generan alrededor del déficit fiscal.
Es sobre este último que dedicaremos las siguientes líneas, planteando tres aspectos que se constituyen en retos específicos que se tienen que atender en forma prioritaria: 1. La reforma tributaria; 2. Lo relativo al gasto público y 3. La inversión pública.
Previo a plantear la necesidad de una reforma tributaria, es importante recordar que los niveles que presenta el déficit fiscal para finales del 2013 (proyección), mayor al 5% del PIB, es cercano a los dos picos máximos históricos de déficit en las últimas tres décadas: el experimentado en 1980 en la administración de don Rodrigo Carazo, y en 1994 en la administración de don José María Figueres, cuando se cierra el Banco Anglo.
Es casi imposible imaginarse un ajuste fiscal, como el que necesita el país, sin una reforma tributaria. Mejorar y hacer más eficiente la recaudación es necesario pero no suficiente; igual sucede con el ataque a la evasión: es una lucha que hay que llevar a cabo pero no va ser suficiente.
Por tanto, el gran reto del nuevo gobierno es continuar la socialización de la problemática buscando un consenso nacional de los diferentes sectores, que permita ir atendiendo el déficit en forma gradual, con una reforma que al menos empiece a neutralizar el déficit primario del sector público, que posibilitaría en paralelo detener el endeudamiento como forma de financiamiento del gasto.
Por supuesto que esta tarea complicada debe tener como principio el ser progresiva y no regresiva, además de hacer contribuir aquellos sectores que han estado exentos del pago de impuestos.
El problema es que el tiempo político impide pensar que para este 2014, podamos ver los frutos en términos presupuestarios de los esfuerzos que se puedan lograr. Esto significa que este año el déficit tendería a aumentar; sin embargo, sí es importante lograr los consensos y acuerdos en términos de los proyectos de ley por aprobar.
Gasto público
En lo que al gasto público se refiere, hay que tener mucho cuidado con las propuestas ortodoxas de contención del gasto que solo ven la solución del déficit desde la perspectiva del recorte. Sin duda se debe mejorar la eficiencia y evaluar el gasto público en los diferentes ámbitos, pero no pensar en que el origen del problema deficitario está en el gasto; por el contrario, es la baja en el ingreso de los tributos lo que ha agravado el problema, muestra de ello es la desaceleración de la economía en el 2013 y la caída de la carga tributaria.
Es un reto impostergable para el nuevo gobierno atender una serie de necesidades de la sociedad que requieren no menos, sino más recursos. Los detonantes más claros en el 2013 lo constituyeron la saturación en las cárceles del país, el deterioro de la infraestructura vial, portuaria y aeroportuaria.
A lo anterior se suma la necesidad de fortalecer programas sociales, contar con más y mejor seguridad ciudadana, fortalecer los indicadores de salud y por supuesto el compromiso de atender con los recursos necesarios la educación pública. No queremos que en esta materia suceda lo que ocurrió en la década de los 80, donde los efectos fatídicos fueron la pobreza de un sector importante de la población veinte años después.
En tercer lugar destacaría el reto de generar mayor inversión pública. Los últimos años han evidenciado un deterioro de la infraestructura del país y en términos generales las pésimas condiciones de nuestros puentes y carreteras generan como una condición casi normal caos vial, aumento de la factura petrolera y accidentes con pérdidas humanas.
La deuda que se tiene con la población en esta materia es vergonzosa, nunca se previó el crecimiento vehicular que lógicamente íbamos a tener y las carreteras que tenemos en sus dimensiones y condiciones son insuficientes.
Desde el punto de vista económico, esta carencia se traduce en pérdida de competitividad. El rezago en la infraestructura vial es acompañado por el cuello de botella que se genera en nuestros puertos y aeropuertos, sus dimensiones y eficiencia atentan contra el crecimiento económico. Pero esto no ha sido casual, mientras en los años setentas la inversión pública era cercana al 3,5% del PIB, en el 2012 se ubicó en menos del 1,5% del PIB, por lo que no es de extrañar que algunas obras han cumplido su vida útil y hoy están colapsando.
En síntesis, los retos son muchos y difíciles de alcanzar; sin embargo, del cumplimiento de estos depende el tipo de sociedad que queremos para el presente y el futuro.
Entrega Especial. Retos del nuevo gobierno.
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